Personalmente debo decir que tengo alumnos de todo tipo: maravillosos, buenos, regulares, malos y muy malos. Lo cierto es que en las dos primeras categorías son muchos menos, ¿extraño? No, siempre los buenos son menos, es indiscutible. El problema es el por qué son menos y qué los diferencia frente a otros momentos históricos de la enseñanza.
Desde mi punto de vista la razón fundamental es el interés, las ganas por aprender y las sensaciones que inundan a estos chic@s frente al trabajo para "alimentarse" de conocimiento. El entorno que vivimos y las facilidades para obtener información, que debería ser un aliciente, se transforma en un obstáculo. ¿Cómo puede ser esto? En una sociedad donde se banaliza el trabajo, se resta importancia al saber "porque está todo en internet", y sólo importa el entretenimiento o la diversión(**); estamos frente a un panorama complicado para la enseñanza.
En el ámbito de las artes escénicas, la cosa es peliaguda. Esta es una profesión vital, que se elige para llevar un tipo de vida diferente (y el que no lo sepa que empiece a espabilar ya), y que exige asumir un cierto número de sacrificios y alguna que otra penitencia. Partiendo de esto, el grado de interés por aprender debería ser inmenso para acaparar todo lo que se pueda en la escuela y además sin posibilidad de saciarse, porque nunca acabas de saberlo todo sobre una profesión que depende tanto de uno mismo y de sus más íntimos sentimientos.
¿Y cómo inocular el interés por aprender en esta profesión y dejar de lado el facilismo que aparece en cada pantalla de cada esquina? No lo sé. Es muy difícil enfrentarse a tu propio mundo sin las armas adecuadas, sólo podemos seguir luchando en las trincheras, cada vez más pequeñas, de nuestras ganas por alimentar a esos chic@s que se colocan frente al docente de turno.
Personalmente, y desde un punto de vista egoísta, he decidido no hacerme mala sangre frente a la obvia inutilidad de muchos alumn@s. Trabajaré para los que aceptan mi ayuda y quieren más. Aquellos que no entienden ni quieren entender lo que supone esta profesión, no recibirán mis parabienes ni mi atención; lo siento. Y no confundirnos, una cosa es dar atención y otra aguantar a alguien en una clase; puedo aguantar, pero no tengo porque ayudar al que no lo merece. Recordemos que igual que hay malos profesores o maestros, también hay malos alumn@s y ya es hora de empezar a señalarlos.
Esta profesión merece un máximo respeto por aquellos que quieren entrar a este mundo (esto debería ser lo primero a enseñar), y si alguien no lo comparte que entre por otra puerta. ¿Debería decir que siento plantear esta idea tan dura? No, porque la puerta de mi casa la abro para quién yo quiera.
Aclaración: Para mi un maestro es aquel que te acompaña de una forma total en tu proceso. Podemos tener muchos profesores en el colegio, escuela, universidad... pero sólo hay un maestro que nos acompaña en nuestro devenir vital. Saber elegirlo, y saber confiar en él, es una de las decisiones más importantes en un proceso de aprendizaje.
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(**) La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa (enlace).