El teatro puede servir para muchas cosas; te puede llevar a caer en la máxima pobreza, o a viajar por todo el mundo (algo que siempre suele depender de otro que no eres tú). Alguien me dijo un día que hacía teatro para follar, bueno, es una razón muy válida que pesa más de lo que suponemos (y razón que ningún sabio teatral dará en un festival, encuentro o mesa redonda). Otros hacen teatro para ser famosillos, otros porque ya son famosillos y necesitan demostrar algo, otros para satisfacer su ego, otros porque la vida les puso allí de casualidad, otros porque realmente lo viven, otros porque necesitan expresar algo, otros porque les gusta ser el centro de atención... hay muchos más otros y muchas más razones, tantas como teatreros.
Yo no sé exactamente para qué sirve el teatro, sé para qué me sirve a mi hacer teatro, escribirlo, dirigirlo o actuarlo; sobre eso sí puedo hablar. Además de alguna de las razones anteriormente expuestas... en mi caso me gusta contar historias y me gusta que la gente (o el público) disfrute con lo que cuento o represento y les llegue de alguna forma; ya sea utilizando recursos cómicos, dramáticos o trágicos. Pero también reconozco que he pasado por diferentes motivaciones hasta llegar aquí, y supongo que la edad y el tiempo (como siempre) me ha ido dictando mis cambiantes razones.
Y no sé si el teatro puede cambiar el mundo, como dicen muchos. Pienso que es muy difícil cambiar el mundo desde una escena, básicamente porque los que tienen la potestad de cambiar el mundo suelen ir poco al teatro, o directamente no van. Pero esto no quiere decir que no haya posibilidades de cambio o que todo sea oscuro, no, siempre hay alguna luz. Siempre que desde el escenario podamos conseguir permeabilizar al espectador con una idea, estamos cambiando y aportando algo. Porque todo teatro es político precisamente por esto, porque se ejecuta en un contexto social, económico y cultural concreto, y es un acto que participa de dicho contexto. (*)
Entonces, resumiendo: ¿para qué sirve el teatro? Simplificando mucho, creo que para contar cosas: "un hombre frente a otro es teatro" dijo Peter Brook. Desde que eramos simios, o incluso amebas, alguno de ellos se adelantó para tomar protagonismo y contar o representar algo a su grupo; o incluso más adelante, de la misma forma que Homero contó "La Odisea" viajando por los pueblos. Porque necesitamos escuchar historias que nos entretengan durante un rato: lo necesario para respirar, soñar, indignarnos, asustarnos, reirnos, sorprendernos... y sobre todo poder volver a la realidad un poco más recargados.
Y si al volver somos diferentes o algo se ha modificado en nuestro interior, bienvenido sea. Pero si al volver nada ha cambiado y seguimos siendo los mismos, pero alguien ha conseguido hacernos pasar un buen rato, bienvenido sea también.
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(*) Otra cosa sería el teatro de denuncia política, mucho más específico sobre una postura ideológica concreta.
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