Dicen que dicen de mi cosas falaces y extrañas, a fin de cuentas, patrañas. Porque lo que nunca he dicho, por allá lejos lo han susurrado y circulado de bocas a orejas sucias y cagadas, que bien sé que no es capricho ni a fe mía que lo he imaginado. La cosa es simple y de provecho: hay que hablar diciendo verdades. Que si me rompí el hombro derecho, que si voy y vuelvo al antojo, que si mi tronar provoca tempestades, que si es mala cosa eso de ser pelirrojo… (o rubio, o mono; elija usted, yo no me enojo). Tengan en cuenta que todo es variable, recuerden esto cuando farfullen mentiras, cuando sientan celos y envidia, cuando acusen sin demostrar que soy culpable masturbando las palabras con perfidia. El tiempo, sabio capitán, caerá sobre aquellos y aquellas que, con el culo sucio y ultrajado, deciden atacarme sin valentía y de lado. Además, compañeros, ya lo dijo el poeta: "se hace camino al andar", incluso para estos simples abrazafarolas de neuronas deformes y encogidas, que cuando suene la séptima trompeta, de sus axilas y entrepiernas podridas saldrán unas buenas fumarolas. Y hasta aquí llegan estos versos burdamente rimados que buscan, con alegría y desenfado, mofarme, reírme, e incluso defecarme, sobre todos esos enemigos declarados. -------------- Y si quiere leer otras entradas del blog vaya a la página principal... |