Y el caso es que nosotros viendo la película nos lo creemos, ¿a quién no se le ocurriría un dispositivo nuclear como ese para viajar en el tiempo? Es algo muy simple. En eso consiste la "teoría del condensador de flujo", en creerse a pies juntos y sin protestar este tipo de argumentos que florecen como si viviésemos una primavera continua entre las páginas de los guiones. Son explicaciones más o menos forzadas sobre algo concreto y vital de la historia que posibilita su desarrollo. Pero no es malo, ni tampoco es bueno; es necesario. Como este hay muchos más ejemplos: la fuerza en star wars, el sentido arácnido de spiderman, el pasado de muchos personajes, o la poción mágica de Asterix.
Toda historia tiene sus reglamento interno, su "condensador de flujo" propio que no se puede saltar o violar. Estas normas pueden ser muchas, pocas, o sólo una; pero son la base del correcto desarrollo de la historia y, sobre todo, de su credibilidad final frente al público. Cuando planteamos una historia, aunque sea sobre una servilleta en el bar de la esquina (que es donde surgen las mejores ideas), estamos dando forma a unas reglas básicas que regirán ese microuniverso que estamos a punto de dar a luz. Cual dioses olímpicos creamos a nuestros personajes y los colocamos en unas circunstancias precisas y concretas que más adelante no podemos o no debemos variar a nuestro antojo.
Ultimamente he visto alguna que otra obra de teatro o película que rompe sus postulados básicos, que plantea una regla que más adelante viola, o que muestra una carta y luego juega otra. Todo es posible sobre el papel dependiendo de la habilidad de los escritores, pero cuando el escritor no es muy ducho en el oficio, se cree que el público es idiota, o está convencido de que su historia es el nuevo Quijote del siglo XXI... se rompe el condensador de flujo, Marty Macfly no consigue que sus padres se enamoren y todo se va al carajo.
¿Cómo podemos evitar que nuestro condensador de flujo tenga averías? Repasando, revisando y teniendo una visión objetiva sobre lo que se escribe, porque aunque sea un oficio muy subjetivo, cuando alguien escribe para que otro alguien lo disfrute... mejor dejar de lado las pulsiones sensoriales propias del escritor. Y si en algún momento piensas que algo sobra, es que sobra, si piensas que algo está mal, seguro que está mal.
Por favor, lo pido como espectador: no la cagues más escribiendo y rompiendo tus propias normas, o cualquier día me encontrarás como Torpedo (el personaje de la imagen de arriba) buscándote para llenarte de plomo en cualquier callejón oscuro y maloliente... baby.
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(*) En realidad todo esto surge de un comentario de Antonio Runa en un programa del podcast "La órbita de Endor", del que es director.
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Y pongo aquí debajo un video de Lou Reed porque quiero, porque es bueno y porque hoy tuve un buen día.