1. Cómprese una bufanda larga, un gorro de lana o boina, y úselos bajo toda circunstancia: llueva, truene, nieve o haga un sol que rompe las piedras.
2. Recuerde estos nombres: Stanislavski, Meyerhold, Grotowski, (entre otros) memorice las contraportadas de sus libros y cítelas de forma recurrente.
3. Frente a la cámara para una cartel o afiche promocional: no gesticule en absoluto, asuma una expresión neutra; como de cara de culo. Es enigmático.
4. Deambule sin rumbo alrededor de los teatros, discuta, salude, sonría estúpidamente, pero no entre nunca a ver nada porque ya nada le impresiona.
5. Respecto al anterior punto: sólo entre al teatro si le invitan. Si no le invitan entienda que el director o productor son sus enemigos mortales e intelectuales.
6. Muévase en un círculo relativamente corto de amigos teatreros, y prepare sus montajes pensando por y para ellos, porque tienen la verdad absoluta. Los demás son unos desgraciados outsiders.
7. Sienta resquemor, envidia y asco hacia los que estrenan con algún éxito; ya sea por motivos comerciales o artísticos. Eso le afianzará en sus ideales.
8. Si quiere hacer comedia (poco recomendable para los teatreros de postín) recuerde que solo existe un estilo aceptado en los altares teatreros: póngase una nariz roja. Dicen que el clown es gracioso siempre.
9. Defina todo lo que haga añadiendo el prefijo pre o post. Ejemplos: "Esta obra trata sobre la preilustración", o "En mi texto todo gira alrededor del postcoito".
10. Si no tiene suficiente dinero (se dice producción en este argot) para hacer lo que desea, diga eso de que "menos es más" o que su montaje "se circunscribe en el llamado teatro pobre".
11. Si decide dirigir teatro: prepare un gran discurso de comienzo de ensayos y relacione todo con algún asunto político de actualidad, luego hable poco, dirija poco y confíe en la capacidad creativa de los actores. Si al final sale mal, diga que los actores no entendieron su mensaje.
12. Y si quiere acceder al verdadero olimpo teatrero, preocúpese por lo que le preocupa a los que ya piensan como usted y están de acuerdo en todo de antemano. ¿Para qué cambiar aquello que le dejaría sin inspiración ni discurso?
¡Vaya! Disculpen, se me olvidó quizá el punto más importante:
13. Recuerde que usted hace teatro para cambiar el mundo, el cosmos, la teoría del big bang, para revolucionar el pensamiento contemporáneo, para revocar a los tiranos de sus sillones corruptos... No se conforme con menos, confíe en que a la larga la señora de la tienda de la esquina le entenderá.
Espero que estos doce (más uno) consejos les orienten por la peligrosa senda del teatrerismo beligerante y auténtico. Y recuerde que sólo otro teatrero como usted le entenderá como realmente se merece.
Suerte. ¡Uy, perdón...! Mucha mierda.
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