Te hablo a ti, mi querido emprendedor cultural anaranjado, a ti, que quieres entrar en estos bosques alucinógenos de la bohemia cultural, artística y lacrimógena. Escúchame bien, jovencito bien peinado, aplica esta receta a tu proyecto cultural soñado, el que presentarás a todas esas convocatorias macabras y venderás a cualquier politiquillo de ocasión. Cómo pretendes llenarte la boca con estas palabras: cultura, arte, folklore, teatro, cine, música, pintura, danza, canto, libro, patrimonio, museo, educación… si nunca has pisado un escenario cagadito de miedo, si no sabes lo que es intentar cantar sin voz, si cuando pintas no quieres mancharte un dedo, si leer un libro te resulta un sufrimiento atroz, si al mirar a una cámara te sangran los ojos, si al bailar sigues sintiendo frío, si de tu chaqueta no saltan los piojos, si en un estreno no imaginas un teatro vacío, si nunca has hecho un ridículo malvado, si, a fin de cuentas, nunca has diferenciado entre el naranja, el azul o el morado, o si el único color que te importa es el de la plata escondida bajo la corbata, tras una sonrisa barata, poco podrás entender de este negocio sagrado. Llegando al final, mi querido emprendedor cultural anaranjado, te pido humildes disculpas sobre algunas rimas forzadas mientras hablamos de tu gran capacidad intelectual (leer poesía, para ti, sería algo excepcional). Déjame acabar recordando un viejo refrán: “no se hizo la miel, para la boca del asno”, así que, suerte en lo tuyo, oh capitán, mi capitán. Sólo quería ayudar con este insustancial consejo, espero no causar ningún tipo de complejo. Salud. ------------- Y si quiere leer otras entradas del vaya a la página principal... |