Hago la aclaración de que, al meter todo en el mismo saco, hablo de cualquier forma escénica posible; ya sea clásica, contemporánea o de vanguardia. Porque en todas ellas, sea la forma que sea con la presentación que sea: NO TODO VALE. Veo propuestas basadas en visiones excesivamente personales por parte del creador o creadores de turno que intentan embutir sus ideas a la fuerza, cosa esta que me parece muy poco humilde y reflexiva. Por otro lado, la rapidez en las producciones, muchas veces ancladas a tiempos institucionales por motivos de ayudas y beneficios, obliga a facturas finales débiles y poco creíbles. Añado que cualquier creador necesita mucho tiempo y a veces mucho silencio para llegar a buenos resultados, a resultados de calidad que transmitan un mensaje de fondo adecuado y consistente al producto que se presenta; algo complicado en estos días. Respecto a la técnica, ya sea actoral, de dirección, o puramente mecánica; es una falencia alarmante. Hacer una obra de teatro se ha convertido en una operación artesanal que exige conocer bien el campo de trabajo y una investigación necesaria y adecuada a lo que se quiere mostrar, asuntos estos que en muchos casos se toman a la ligera sin darle la importancia vital que tienen. Y respecto a la dramaturgia, qué puedo decir… me encuentro ideas fáciles, repetitivas, vacías, mal desarrolladas, etc. Les recomiendo la lectura de la entrada anterior a este blog.
¿Hay soluciones? Sí, claro que sí: rigor en el trabajo, depurar la técnica y las propuestas (las primeras ideas no suelen ser las que mejor funcionan), buena elección de actores y colaboradores, no dejarse llevar por el mercado y ser muy crítico consigo mismo. A todo ello le sumo una mayor exigencia en las escuelas artísticas depurando la enseñanza y exigiendo mayor compromiso por parte de los alumnos (entre muchos más temas que exigirían otra entrada de blog...) Y quizá, una revisión hacia los criterios estéticos y artísticos que tienen algunas instituciones a la hora de otorgar ayudas o premios, porque de alguna forma marcan tendencia. Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo repito esto una y mil veces: no todo vale.
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