La cosa es que últimamente he visto algunos montajes en los que el actor o actriz plantean al obra y hablan desde su propia experiencia vital, o sea de si mismos. Y ya son unos cuantos... y me pregunto si esto no será ya una tendencia.
Normalmente para que haya teatro el actor debe asumir un personaje. No ocurre así en los stand up comedy, en un espectáculo de circo, o en un concierto en los que el ejecutante es él mismo, sin máscara, y presentándose como tal.
Esto me hace pensar que desde ese tipo de propuestas no hay demasiado interés en asumir otro carácter que no sea el de uno mismo; quizá por facilidad, quizá porque necesidad, o quizá porque interesa a los demás. Todo puede ser, pero a mi estas cosas me suenan egocéntricas (y yo de eso sé un rato). Desde mi punto de vista no es una manifestación teatral, es otra cosa. O también podemos decir que es una especie de intromisión de la prensa amarilla en el campo teatral (o algo así...), y de todos es sabido que el amarillo da mala suerte en escena (*).
Pienso que en la medida que un actor o director busquen retos a través de personajes y situaciones difíciles, mayor será la aportación al campo del teatro y en definitiva al arte, porque de eso se trata: de romper y buscar nuevas fronteras. En este punto debo comentar que ayer ayer mismo vi la obra "Ella en Shakespeare" dirigida por Manuel Orjuela, me interesó mucho el estilo de puesta en escena global, además del trabajo de los actores sobre textos complicados, (con mayor o menor fortuna en diferentes momentos, pero nadie dijo que Shakespeare fuese fácil...) pero sobre todo me gustó el reto de asumir riesgos y plantear personajes jodiditos muy alejados del propio ser que los encarnaba, simplemente porque es necesario y lo pide el director o el propio montaje.
Que para hablar de uno mismo o con uno mismo, hoy día ya tenemos las redes sociales y también los espejos. El teatro está para muchas cosas pero no para que me cuentes tus cuitas, por muy alegres o desgraciadas que suenen. Porque como dijo aquel: "actuando no me interesa tu vida, me interesas tú."
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(*) Por lo menos en España el amarillo es el color de la mala suerte en teatro, dicen que Moliere murió en escena vestido de amarillo.
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Normalmente para que haya teatro el actor debe asumir un personaje. No ocurre así en los stand up comedy, en un espectáculo de circo, o en un concierto en los que el ejecutante es él mismo, sin máscara, y presentándose como tal.
Esto me hace pensar que desde ese tipo de propuestas no hay demasiado interés en asumir otro carácter que no sea el de uno mismo; quizá por facilidad, quizá porque necesidad, o quizá porque interesa a los demás. Todo puede ser, pero a mi estas cosas me suenan egocéntricas (y yo de eso sé un rato). Desde mi punto de vista no es una manifestación teatral, es otra cosa. O también podemos decir que es una especie de intromisión de la prensa amarilla en el campo teatral (o algo así...), y de todos es sabido que el amarillo da mala suerte en escena (*).
Pienso que en la medida que un actor o director busquen retos a través de personajes y situaciones difíciles, mayor será la aportación al campo del teatro y en definitiva al arte, porque de eso se trata: de romper y buscar nuevas fronteras. En este punto debo comentar que ayer ayer mismo vi la obra "Ella en Shakespeare" dirigida por Manuel Orjuela, me interesó mucho el estilo de puesta en escena global, además del trabajo de los actores sobre textos complicados, (con mayor o menor fortuna en diferentes momentos, pero nadie dijo que Shakespeare fuese fácil...) pero sobre todo me gustó el reto de asumir riesgos y plantear personajes jodiditos muy alejados del propio ser que los encarnaba, simplemente porque es necesario y lo pide el director o el propio montaje.
Que para hablar de uno mismo o con uno mismo, hoy día ya tenemos las redes sociales y también los espejos. El teatro está para muchas cosas pero no para que me cuentes tus cuitas, por muy alegres o desgraciadas que suenen. Porque como dijo aquel: "actuando no me interesa tu vida, me interesas tú."
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(*) Por lo menos en España el amarillo es el color de la mala suerte en teatro, dicen que Moliere murió en escena vestido de amarillo.
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