Después de ver la película "El artista", me pregunté si en realidad podemos definirnos como artistas. Cuestión peliaguda, porque sé que a algun@s les pica en sus partes más nobles.
Soy autor y director de teatro, a veces actor, no me considero artista ya que no me encuentro ninguna disposición natural para ejercer algunas de las llamadas bellas artes (por desgracia...). Lo que hago lo he aprendido golpeando el yunque de mi cerebro hasta conseguir, mediante la repetición y el ensayo-error, que me entrase en mi cabezota los conceptos y enseñanzas que uso profesionalmente, y que todavía encuentro escasos.
Un creador (actor, escritor, músico, director...) al considerarse artista de principio, de alguna forma deja de lado el trabajo y el sacrificio necesario para llegar a serlo de verdad al confiar en ese plus creativo que suponemos conceden las musas (*). Considero el trabajo creativo un oficio que se aprende con el tiempo y con las experiencias buenas y malas que debemos vivir. Leí en algún lugar que se necesitan un mínimo de doce años para ser experto en una profesión, actividad o labor; ¿cuantos auto reconocidos artistas conocen que cumplan esta premisa?
Considerarnos artistas es rebajar la importancia y trabajo de esta profesión para ponerla en manos del destino, la magia o algo intangible. Esas cosas que no podemos manejar porque nadie sabe si realmente existen (como el talento). Prefiero definir esta labor como un oficio duro y complejo que está más cerca del artesano que del artista, aunque a veces se mezclen para conseguir momentos maravillosos.
Por todo ello, yo seguiré trabajando junto a mi yunque, golpeando y golpeando, forjando mi próxima espada hasta llegar a lo que quiero finalmente mostrar. Actores, actrices, escritores, directores y demás fauna creativa... construyan fraguas y compren buenos martillos y yunques resistentes; dejen un poquito de lado las revistas de moda, las peluquerías, las fotos retocadas, el faranduleo y los actos sociales. Trabajen, estudien, tropiecen, sufran, renieguen, busquen, piérdanse, lloren, rómpanse, derrúmbense... porque más tarde podrán gozar y disfrutar con sus resultados. Porque, de verdad, este es nuestro oficio. Y si lo cumplen, con el tiempo el arte se lo agradecerá.
Feliz y creativo año 2013.
(Este texto está dedicado a mis alumn@s.)
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(*) "Que las musas me encuentren trabajando", decía Picasso.
Soy autor y director de teatro, a veces actor, no me considero artista ya que no me encuentro ninguna disposición natural para ejercer algunas de las llamadas bellas artes (por desgracia...). Lo que hago lo he aprendido golpeando el yunque de mi cerebro hasta conseguir, mediante la repetición y el ensayo-error, que me entrase en mi cabezota los conceptos y enseñanzas que uso profesionalmente, y que todavía encuentro escasos.
Un creador (actor, escritor, músico, director...) al considerarse artista de principio, de alguna forma deja de lado el trabajo y el sacrificio necesario para llegar a serlo de verdad al confiar en ese plus creativo que suponemos conceden las musas (*). Considero el trabajo creativo un oficio que se aprende con el tiempo y con las experiencias buenas y malas que debemos vivir. Leí en algún lugar que se necesitan un mínimo de doce años para ser experto en una profesión, actividad o labor; ¿cuantos auto reconocidos artistas conocen que cumplan esta premisa?
Considerarnos artistas es rebajar la importancia y trabajo de esta profesión para ponerla en manos del destino, la magia o algo intangible. Esas cosas que no podemos manejar porque nadie sabe si realmente existen (como el talento). Prefiero definir esta labor como un oficio duro y complejo que está más cerca del artesano que del artista, aunque a veces se mezclen para conseguir momentos maravillosos.
Por todo ello, yo seguiré trabajando junto a mi yunque, golpeando y golpeando, forjando mi próxima espada hasta llegar a lo que quiero finalmente mostrar. Actores, actrices, escritores, directores y demás fauna creativa... construyan fraguas y compren buenos martillos y yunques resistentes; dejen un poquito de lado las revistas de moda, las peluquerías, las fotos retocadas, el faranduleo y los actos sociales. Trabajen, estudien, tropiecen, sufran, renieguen, busquen, piérdanse, lloren, rómpanse, derrúmbense... porque más tarde podrán gozar y disfrutar con sus resultados. Porque, de verdad, este es nuestro oficio. Y si lo cumplen, con el tiempo el arte se lo agradecerá.
Feliz y creativo año 2013.
(Este texto está dedicado a mis alumn@s.)
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(*) "Que las musas me encuentren trabajando", decía Picasso.