Acaba una época para mi pueblo, para mi gente, para mi tierra. La crónica de una muerte anunciada, y de eso, aquí, en Colombia, gracias a Gabriel García Márquez, saben mucho. Una época con tantas luces como sombras, una época terrible y maravillosa al tiempo, una época de emigrantes, de mezcla de razas, de excesos y amores imposibles, una época compleja que para muchos fue fácil de vivir, una época negra, polvorienta y caliente, como el carbón.
Todos lo sabíamos. Estaba escrito desde hace tiempo. Se llama destino. Quizá algunos no lo creyeron o no le dieron importancia, sabido es que ilusos hay en todas partes, pero así es el mundo. Porque no es el final de una época cualquiera, es el último estertor de una forma de ser y existir, de una forma de hablar e incluso de un tipo concreto de humor. “Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”, decía Roy Batty en Blade Runner, pocas veces este diálogo puede cobrar tanta fuerza como aplicado a este caso.
Para mi es triste por muchos motivos, y ya son demasiados. Estando lejos de España y del Bierzo las cosas toman otro cariz muy distinto. Los recuerdos surgen de forma inexplicable y suelen inundar mi cerebro durante un buen rato. Morriña, nostalgia, edad… quizá un batiburrillo de todo sería lo más acertado. También, y gracias a mi amigo Fernando, recuerdo la obra “La caída del muro”, que curiosamente estrenamos el 15 de noviembre de 2003 en el Teatro Bergidum de Ponferrada, quince años y un día antes de este anuncio y en la que profetizamos el final de la minería. ¿Casualidad? Es posible, aunque prefiero pensar que no, que todo está anudado por algo invisible e inexplicable, y sobre todo juguetón, que disfruta con estas casualidades. Lo cierto es que la teoría de los seis grados de separación se queda corta para este caso.
(…)
ESTRELLA: ¿Todavía te extrañas? Más tarde o más temprano todo esto se acabaría, y se acabaría para todos, sin distinción. Es como si llegase un aviso de terremoto y nadie se moviera ni le diera importancia, como si todo el mundo hubiese seguido sentado esperando a ver que iba a pasar, nunca lo entendí. (*)
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De nuevo la creación y el arte se adelantan a la realidad. Mereceríamos un puntito de atención más, ¿no creen? Aunque viendo los políticos que nos rodean... “peor es meneallo, amigo sancho”. Así que no queda otra más que asumirlo para seguir viviendo hasta llegar al final de nuestros días de una u otra forma. Y de vez en cuando miraremos hacia atrás para recordar la época de la minería en El Bierzo y crear personajes imposibles, mitos, leyendas, cuentos o incluso obras de teatro alrededor del carbón. Lástima que sea necesario morir para pasar a ese plano fantástico que llega a la memoria de los pueblos. Que cruel es a veces la creación.
Descansa en paz querida y odiada minería, te lo has ganado.
(*) García Ruiz, C., (2005). La caída del muro, Madrid, España: Teatro Cítrico.
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