"La controversia de Valladolid", de Jean Claude Carriére dirigida por Daniel Soulier con un equipo de actores colombiano; un montaje de carácter histórico sobre un hecho real que me interesó bastante y del que me gustó el trabajo actoral. "Arimbato, el camino del árbol", con dramaturgia y dirección de Felipe Vergara y Fernando Montes, una coproducción de Varasante, cia. Balagán y La Barracuda Carmela; una puesta en escena muy ecléptica y coral, casi un documento sobre un hecho real y doloroso de los indigenas Embera. Y finalmente "Sweeney Todd", de Stephen Sondheim y Hugh Wheleer, con la dirección para Colombia de Ivan Carvajal; el musical sobre el barbero asesino de la calle Fleet mundialmente conocido con aportes y equipo colombiano.
Tres formas distintas de llegar al público desde tres ángulos a veces opuestos. ¿Hay algún camino mejor que otro? No, lo que hay son públicos, sensaciones y estrategias diferentes. Creo que lo importante al entrar en una sala de teatro es la virginidad hacia lo que vamos a recibir para poder decidir libremente si me gusta lo que estoy viendo o no, o si ese montaje a conseguido llegarme de alguna forma, sea cual sea. Las tres apuestas anteriores son válidas como puesta en escena y necesarias como parte de un mercado teatral colombiano que debe crecer y ampliar su heterogeneidad todavía más.
Personalmente, no me gusta ir al teatro para que me digan de forma directa cómo debo vivir o cómo debo pensar. Pero si lo que estoy viendo lo consigue, será bienvenido; una cosa no descarta a la otra. En el siglo XXI, el teatro de las grandes ideas ha dejado paso al teatro de los hechos puntuales y mínimos que toman carácter universal: un hecho local se convierte en global sobre un escenario, puro fenómeno internet.
Llegar al público es la madre del cordero teatral. Porque lo comercial no siempre lo consigue, lo independiente y minoritario a veces asombra, y un buen día lo más extraño, si saber por qué, conquista a un público ávido de nuevas sensaciones. Mi experiencia me dice que para llegar al público, primero debes llegar con el proyecto a tu corazón y al corazón de tu equipo. Luego, si esto se ha cumplido, será más fácil transmitirlo sobre la escena. Quizá es necesario recordar que el público, esa la gente que se sienta a mirar, no es idiota, al contrario, son el jurado invisible que nos salvará o condenará.